martes, 22 de diciembre de 2020

S/T

Aire entre los dedos que se desliza como granos de arena que miden el tiempo. Noches que se van sin haber llegado, luces al alba perdidas en la niebla de las mañanas. ¡Corre y respira¡ ¡Corre y vive¡.

Nostalgias esquivas al abrazo que no quieren mirar atrás, heridas resecas que ya no sangrarán. Y sigues siendo tú, con el ayer en los bolsillos vacíos y el hoy a pleno pulmón ¡Corre y grita¡ ¡Corre y ríe a la vida¡

La lluvia nos viste de humildad desnuda, de verdades sencillas y abrazos sentidos. Síguela allá a donde te lleve y no des un paso atrás : es polvo de estrellas, tormenta solar, materia que ha de crear ¡Corre sin olvidar¡

La vida perdurará en una tarde de verano, en la caricia repentina de la brisa, en un gesto ajeno, en los versos del poeta, en las palabras del amigo. ¡Corre¡ ¡Corre y permítenos llorar¡ ¡Permítenos reir¡

¡Corre¡



sábado, 22 de agosto de 2020

Vida

Se me va la vida en una tarde de brisa, de notas flotando como libélulas al atardecer; pequeñas guirnaldas que punzan el sentir y me elevan al cerrar los ojos. Es tal la belleza que esbozo apenas una sonrisa sin darme cuenta y me dejo llevar.

Desnudo de pasado, ciego al futuro, vivo. Me abrazo sobre las rodillas y dejo pasar el tiempo sin ningún plan, apenas un pensamiento sin concretar; me evado entre los dedos del piano, las fibras elegantes del contrabajo , la desnudez del saxo.

Es una tarde de verano que me acoge y me cobija, que me abraza y me transporta. Es una tarde de luces en el aire que revolotean suavemente alrededor; me estremezco a su contacto al acariciarme y me abrazo un poco más, como queriendo atrapar el momento y no olvidarlo jamás. Decirle te quiero y no te alejes nunca de mí.

Se me va la vida en un tiempo muerto, un tiempo detenido en el espacio, que no gira ni se traslada : un momento de perfección. Se me va llevándome consigo, me transporta sin moverme, quieto en la silla y lejos, muy lejos.



martes, 18 de agosto de 2020

Color

El gris recorre los pasillos de la ciudad entre remolinos de negros iracundos, Barcos sin velas, partidas e idas, corren entre vientos de alcanfor, huyendo de lobos verdes que maúllan verdades rojas y blancas entre la maleza de oscuros callejones crecen plantas luminiscentes que observan en silencio como sólo saben hacer las plantas. Las ventanas se caen en sueños rotos y los cristales aceran los tallos, derramando la savia azul de los cardos nocturnos.

Silban palomas al viento y vuelan ratas de ciudad mientras los niños ven la televisión en los escaparates opacos de tiendas opacas con dueños opacos. El azul mendiga gotas de sudor gritando a la multitud sus miserias amarillas, y las verdes también. No me sigáis, no me miréis, no me maldigáis. Seguid vuestro camino, abrazad torbellinos de polvo rosa y elevaros como plumas blancas, sin rumbo definido merced al azar de los caprichos.

Las alcantarillas rezuman sudor de gatos negros que saltan entre las paredes de los edificios rojos, muertos mientras caminan, vivos mientras saltan. No hay parada posible, sólo movimiento, velocidad, impulso, corazones explotados y rojo, mucho rojo. Todo rojo.

Es la muerte que acecha entre los aros del arcoíris. Se viste de violeta mientras afila su guadaña con una piedra blanca. Afila la muerte, arruga la vida como una bola de papel y la arroja, fallida, a la papelera, entre la basura. No somos más que aquellos cristales rotos, que por el camino se llevaron la vida de otros y terminaron abandonados en los suelos húmedos, sucios, pegajosos de los callejones olvidados.

Sapos aplastados a nuestro paso nos miran de forma obsesiva, y aunque evitas su mirada esta se te pega a la espalda sin que puedas sacudirla. Te derrumbas, te tiras al suelo, te aplastan y observas la espalda de otros. Moneda de cambio e hipocresía.

Bailamos, bebemos, fornicamos, y de todo nos olvidamos entre sueños lunáticos con gente lunática de gente lunática. .


martes, 4 de agosto de 2020

Perros

Perros que ladran en la noche bajo las farolas de la ciudad mientras vidas mudas lloran sus miserias entre lámparas apagadas. Son perros delatores, perros de la conciencia, perros de la noche que orinan bajo las ventanas de personas que no se ven, que no se miran, que no se tocan; ni ladran, ni orinan, ni huelen culos.

Ladran vidas distópicas que saltan por la ventana incapaces de respirar una bocanada más de vacío. Y llueve dorado sobre sus sueños destrozados en el asfalto, restos pretéritos y algún verso perdido de Buck. Son perros del infierno de rostro cotidiano, vecinos de ascensor y mirilla indiscreta.

Amanece retirada en los callejones que nadie recorre, la luz del día viste rostros de caricatura comenzando una nueva función en este teatro de las apariencias, porque sólo los perros ladran la verdad. .


domingo, 26 de julio de 2020

Infiernos

Inocente de culpa serás decapitado porque la rabia que llevo dentro, ajena a la razón, sólo desea satisfacerse. Son tiempos de morder y arrancar a tiras la piel de los demás. Siento una ira que me envenena las palabras, me nubla el pensamiento y arrasa con todo lo que miro, lo que toco, lo que pienso.

Quisiera escapar de mí, olvidarme; volver atrás, a lo que era y ya no seré nunca más. Quisiera morder hasta descuartizar, gritar entre el gentío y en la soledad de un acantilado. Tirarme contra las rocas con tal de borrar, de agarrar el pasado y no soltarlo; sujetarme a él para no dejarlo escapar y no volver a mirar hacia adelante.

Necesito correr hasta la extenuación, huir de los demonios que parasitan en mis tripas. Viven en mí y son yo, son resentimiento, son un pozo negro sin fin de miseria en el que ahogarme con una sonrisa de frustración.

Vivo por inercia, vivo en el dolor, vivo en el resentimiento, y me voy corroyendo por ello.

domingo, 24 de mayo de 2020

Duermes que sueñas

Te sumerges en el mar entre estrellas hechas de sal, duermes al ras de las olas y te encoges en posición fetal. La noche te acoge en su manto moteado, con la luna roja y encogida en dolor y llanto. No tengas miedo de tocarla, es reflejo y realidad, es la vida que te persigue, la vida que persigues.

Sueñas con campos de agua por los que correr, con vientos en los que nadar y mares en los que volar. Sueñas y sueñas, y entre sueños vuelves a soñar, no hay lugar a la consciencia, ni oportunidad a la razón, sólo sueños de deseos en los que desear soñar.

Te vuelves marea, de rojo y plata te vistes, de salitre y agua. Te dejas llevar por los ciclos con la esperanza de una vida que te alcance y te abrace, que te colme, que te sueñe, que te bese. Eres bandera por la que luchar, refugio y llama; eres aquello con lo que soñar, y cuando sueñas, sueño. Sueño que me sueñas, sueño que deseo soñarte.

Te sumerges en la oscuridad del mar y duermes que sueñas.

sábado, 23 de mayo de 2020

Art Pepper

Desafinado (take 2) entre los últimos rayos del día, lato a tu compás y me baño en ríos de sangre cálida y plácida; mi corazón quieto me abraza al calor del sol tardío mientras me hablas de ti. Me siento vivo, me siento en paz, es tu modo de contar.

Eres alma cruda llena de heridas, unas cicatrizadas y otras caudales vivos. Todas de dolor y derrota; de amor y pérdida, culpa, redención. Eres alma desnuda que desarmas de honestidad mi sensibilidad, de sinceridad sin medida, me emocionas y me haces llorar.

Podría morir en este momento sin que tu melodía dejara de seguirme allá donde fuera, en lo que me convirtiera, al origen de todo, en polvo de estrellas. Un día se irá, las notas se disolverán en monótono ruido cósmico por la eternidad, pero ese momento, este momento, permanecerá en las entrañas de la singularidad.

El día se acaba y entre penumbras sigues hablando, desafinado.

viernes, 10 de abril de 2020

Una tarde de abril

El silencio nos abraza con la fuerza justa para dejarnos escuchar el murmullo de la lluvia al romper sus diminutas gotas sobre el asfalto. Es una tarde gris de abril en la que nadie habla, nadie escucha, nadie piensa. Una tarde de gaviotas clamando al cielo en los tejados de la ciudad.

Condenados a entendernos dejamos la ventana abierta para que la vida nos signifique, nos traiga su aliento apenas murmurado al oído y una lágrima surca su camino. Es una tarde de pianos solitarios, de humos pasados, de fotos en blanco y negro de blancos y de negros, una tarde de jazz.

Ese silencio que nos consuela con sus palabras de aliento, la ligera brisa que recorre las calles entre esquina y esquina, libre, fresca, amable. Nos tranquiliza y nos conmueve, ¡es tanta la belleza de su voz¡.

¿Y si fuera real? Te dejas llevar y te pierdes sin querer encontrar, sólo volar entre miles de gotas silenciosas sin pensar. Te dejas llevar para llorar sonrisas deseando que sea verdad. Sólo tienes que creer, escuchar y dejarte abrazar por esta tarde plomiza y hermosa de abril.

miércoles, 8 de abril de 2020

Sombra

Vives hoy el mañana que fue ayer, sin sueños que generar y que nunca recordarás. Te sientes frustrado nadando en un mar de arena en el que cada brazada te hunde un poco más en el olvido. No hay salitre que sacie el sabor ni brisa que guíe tu mirada, no hay rumbo fijado ni hay rumbo a fijar.

A medio camino de ningún camino te detienes sin haberte movido, y sientes la imposibilidad de seguir la sombra que grabaste en aquel muro, derruido ladrillo a ladrillo mientras lo construías. Y sin embargo la sombra permanece, oculta por el sol pero presente en la memoria, grabada en tu olvido, donde no hay soporte ni pared, donde hay nada.

Sigues clavado al poste escuchando el sonido atronador que no te deja marchar, las palabras aprendidas de quien nunca te las debió enseñar y, sin embargo, te las grabó día a día hasta crear nada.

Quisieras dejar de ser sombra para convertirte en la luz que la crea.

viernes, 14 de febrero de 2020

La silla

La noche, rota apenas en un halo de luz de farola mal avenida, que malamente ilumina la silla, es mi compañía, junto con el silencio, la tristeza, la incertidumbre, la culpa, la vergüenza, la rabia, el dolor, la sensibilidad que se cierra sobre si misma, aislada y protegida, la soledad.

Siento a la muerte sentada, abrumada por la belleza trágica de la noche. Siento su llanto y ella el mío, caen nuestras lágrimas sin decirnos nada. Mirarla es mirarme, mirarme es ser oscuridad que se agarra a la piel desesperadamente en un abrazo ciego y profundo, de amor y de consuelo.

Apenas le alcanza la luz mientras la observo frente a mí, y sin embargo qué cierta se presenta en la ausencia y el temor, es mi compañera de noche, sentado en el sillón, en una habitación con vistas al negro. Tras la puerta, los fríos pasillos de fluorescente, la inoportuna realidad que está por llegar.


Algo se ha roto en mí dejando en su lugar un hueco de tristeza. La muerte lo guarda tras su manto y abandona la silla, azul en esta luz. Se va con la promesa de un regreso.