sábado, 22 de agosto de 2020

Vida

Se me va la vida en una tarde de brisa, de notas flotando como libélulas al atardecer; pequeñas guirnaldas que punzan el sentir y me elevan al cerrar los ojos. Es tal la belleza que esbozo apenas una sonrisa sin darme cuenta y me dejo llevar.

Desnudo de pasado, ciego al futuro, vivo. Me abrazo sobre las rodillas y dejo pasar el tiempo sin ningún plan, apenas un pensamiento sin concretar; me evado entre los dedos del piano, las fibras elegantes del contrabajo , la desnudez del saxo.

Es una tarde de verano que me acoge y me cobija, que me abraza y me transporta. Es una tarde de luces en el aire que revolotean suavemente alrededor; me estremezco a su contacto al acariciarme y me abrazo un poco más, como queriendo atrapar el momento y no olvidarlo jamás. Decirle te quiero y no te alejes nunca de mí.

Se me va la vida en un tiempo muerto, un tiempo detenido en el espacio, que no gira ni se traslada : un momento de perfección. Se me va llevándome consigo, me transporta sin moverme, quieto en la silla y lejos, muy lejos.



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