jueves, 1 de febrero de 2024

Te vas.

Te has ido tanto que apenas te reconozco en medio de la bruma de tu mente. El cuerpo cada día más chiquito y arrugado que cubre una mirada ajena, un mundo nuevo en el que sólo vives tú con tus recuerdos más lejanos, con falsas memorias que te niegan, que te anulan. Y no te das cuenta. 

Te estás diluyendo, mamá, te estás escurriendo de mi vida como el tiempo que inevitablemente sigue su curso. Me miras y me ves, aún; te miro y no te veo, ya. Extraña y entrañable, sana y enferma, en este mundo de pie y en el tuyo levitando.

 Quisiera haberte dicho, quisiera que lo hubieras comprendido. Tal vez aún haya tiempo.