Campos de minas minan los campos que recorremos. Al frente la certeza de la
incertidumbre, y a ambos lados la oscuridad. Y tú, siempre tú, así que doy un
paso y luego otro mientras yazco inmóvil con el miedo. El miedo en el frío cada
vez más frío, en la luz blanca que todo lo baña sin dar calor, en el viento
salvaje de tus ojos.
Soy brisa de mar en vientos de galerna, de destino incierto, con escaso
movimiento y latido volátil. Me sumerjo en las profundidades de un mar de
drogas al lomo de una sirena de ojos salvajes, porque el viento es salvaje y
tus ojos son de sirena, son una droga.
Yazco inmóvil, apenas suspiro de vida, viendo como una toma cenital ríos de
sangre que se bifurcan y se bifurcan, donde una barca avanza camino del
embarcadero destrozado. Me siento extraño, protagonista de una película en la
que soy el espectador. Me siento retina de tus vientos salvajes.
Eres tormenta de alta mar, olas que rompen con la fuerza del temor, del
pánico, del horror. Eres viento, salvajes son tus ojos porque salvaje es el
viento, y tú eres salvaje y eres viento. Rompes miedos con tu aliento que todo
lo arrasa y te siento, me elevo y me dejo llevar.