martes, 18 de agosto de 2020

Color

El gris recorre los pasillos de la ciudad entre remolinos de negros iracundos, Barcos sin velas, partidas e idas, corren entre vientos de alcanfor, huyendo de lobos verdes que maúllan verdades rojas y blancas entre la maleza de oscuros callejones crecen plantas luminiscentes que observan en silencio como sólo saben hacer las plantas. Las ventanas se caen en sueños rotos y los cristales aceran los tallos, derramando la savia azul de los cardos nocturnos.

Silban palomas al viento y vuelan ratas de ciudad mientras los niños ven la televisión en los escaparates opacos de tiendas opacas con dueños opacos. El azul mendiga gotas de sudor gritando a la multitud sus miserias amarillas, y las verdes también. No me sigáis, no me miréis, no me maldigáis. Seguid vuestro camino, abrazad torbellinos de polvo rosa y elevaros como plumas blancas, sin rumbo definido merced al azar de los caprichos.

Las alcantarillas rezuman sudor de gatos negros que saltan entre las paredes de los edificios rojos, muertos mientras caminan, vivos mientras saltan. No hay parada posible, sólo movimiento, velocidad, impulso, corazones explotados y rojo, mucho rojo. Todo rojo.

Es la muerte que acecha entre los aros del arcoíris. Se viste de violeta mientras afila su guadaña con una piedra blanca. Afila la muerte, arruga la vida como una bola de papel y la arroja, fallida, a la papelera, entre la basura. No somos más que aquellos cristales rotos, que por el camino se llevaron la vida de otros y terminaron abandonados en los suelos húmedos, sucios, pegajosos de los callejones olvidados.

Sapos aplastados a nuestro paso nos miran de forma obsesiva, y aunque evitas su mirada esta se te pega a la espalda sin que puedas sacudirla. Te derrumbas, te tiras al suelo, te aplastan y observas la espalda de otros. Moneda de cambio e hipocresía.

Bailamos, bebemos, fornicamos, y de todo nos olvidamos entre sueños lunáticos con gente lunática de gente lunática. .


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