miércoles, 9 de noviembre de 2011

24 de Agosto, 00:16


Lo cierto es que no me reconozco, miro atrás y veo la imagen de un niño, rubio y cabezón. Me recuerdo y no me reconozco, como una imagen lejana y familiar que se pierde en los abismos de la memoria, sin identidad, sin alma.

No ha cambiado mucho la situación. Desconcierto en el pasado, desconcierto en el presente; y rabia, mucha rabia para el futuro; al menos durante los próximos ocho minutos. La luz se ha apagado pero el recuerdo permanece; la ansiedad de mi memoria alienada, robada por los excesos, me rebela contra el olvido y lucha por saber cómo he llegado a esto, qué piensa ese niño y qué hizo con su vida.

Si fuera lo suficientemente hombre lloraría de impotencia pero lo único que hago es dar golpes a ciegas al aire, a mi mismo.......recuerda, recuerda, recuerda¡¡¡¡¡

Bukowski se ha ido hasta la tumba de Jim Morrison.

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