martes, 28 de agosto de 2012

24 de Agosto, 00:18


Todo está en silencio, el mundo parece haberse olvidado de mí y tan solo el murmullo incesante de la ira mantiene mi escroto tenso. Los perros del infierno sí se acordarán de mí, vendrán a buscarme en eternas pesadillas que desagarrarán mi mente, exhibirán mis pecados, venderán mis vergüenzas; son aquellos que ladran babas tras sus parapetos.

Mientras me pudro en medio de la ignorancia ellos comen, fornican y esparcen sus orines y su mediocridad. Ladran a los suyos, ladran a los míos, ladran a los que ladran y a los que no. Ladran, ladran, ladran. Y mientras ladran me muero, no ellos, yo.


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